miércoles, 17 de noviembre de 2010

Café Stout


Optimismo estúpido, cierto e impotente. Después van a llegar otros momentos, momentos de bien . Esos momentos de sentirse ok, 0 km y todo. Pero ahora no, no van a venir. Y aún con los brazos cruzados y la cabeza parca, no hay trizteza. Eso es para ciaturas más nobles y desgraciadas que yo. Y si,... agredir duele, pero duele más no agredir cuando se debe. Ahora la aguja del reloj inyecta su ponzoña. Pero no hay nostalgia, el pasado pasó y el detergente no limpia la herida
En momentos como este, entro en el mismo café, donde estoy sentando bajo una luz tenue. Con un aire tóxico que exalo, con unas porquerías sobre la mesa que me distraen del agujero, amarillo febril, me entrego a saber que nadie en este mundo esta conmigo, que nadie quiere estarlo. Me entrego también, a que estoy mal con eso y eso es así. No me vienen a la mente los otros momentos, los momentos de soledad bienvenida. Solo está esta mesa, este espejo y estos cuadros. El drama ya no son las volutas de humo, ahora el problema es serio. Ahora la cosa existe, se la puede diagnosticar, se la puede herir, se la puede sufrir . A mi izquierda, el platito éste es más pesado que nunca. . sobre su porcelana, las larvas ocres, duras y saladas, juegan con mi mano, en sucia ansiedad. A mi derecha la bebida, la distracción, el soma, denso, y su limbo. El pianito redobla la queja fúnebre de los liros acariciando el cristal. Miro por la ventana y no hay un afuera, solo vidrios pintados de azul ultramar. . ¿Puedo decir que soy bueno? Bueno y todo mira cuanto daño te hice. ¿Puedo decir que soy sensible? Sensible y todo, tardé una hora y media en darme cuenta.

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